Suspiro, porque el escribir no me ayuda a sacarlo todo fuera. Y por eso me quemo, me consumo, y hasta las cenizas que quedan dentro, se las vuelve a quemar. Porque ese fuego no se tiene que apagar. Así dicta mi destino. Así lo tengo escrito en cada núcleo de cada átomo de mi cuerpo. Solo digo que estoy cansada, sin apenas haber empezado. Cada vez me identifico menos en el espejo. Cada vez me cuesta entender mis ideas. Ni siquiera me entero de lo que he escrito hasta volverlo a leer de nuevo.
3.9.11
Positivismo y alegría.
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